Bueno, todo puede ser una casualidad que ese escritor presunto delincuente sea nuestro individuo.
Aunque haciendo volar la imaginación, ante esa acusación, falsa según él, no le quedó más que dejar París al alba, a la luz de las velas y dirigirse al reino de España donde pudo rehacer su vida y un buen día perdió la matriz con la que sellaba su 'basta' obra literaria. No se sabe la suerte del que atizaron en la cabeza pero seguro que le dejaron un bonito cuerno.
Colorín colorado este cuento se ha acabado.
Saludos